Las amígdalas se me movieron al corazón cuando menos lo esperaba. No me pude aguantar las ganas de visitar al nigromante de la colonia. Era la perfecta excusa para llegar al lugar del cual tantas veces me habían corrido por curioso. Pude haber acudido con otro tipo de médico, pero no. Yo quería ir con ese señor de aspecto extraño. Además ni tenía el dinero para pagarle a un doctor, pues supongo que se exceden en el cobro. El señor ese vivía en un cuarto a la entrada de una vecindad, una habitación que hacía mucho tiempo, me platicaron, había sido ocupada como molino. No obstante los años y años que habían pasado desde que sirvió para hacerle la tarea más fácil a las señoras, el olor a maíz, mole y especias no se eliminaba.
Cuando llegué, el místico me observó con sus ojos como de japonés, pero el iris izquierdo de un color diferente al iris derecho. Eso le daba un toque más raro al anciano, que siempre vestía con una chamarra de mezclilla azul con un pantalón de lana blanca. Todo él muy limpio. Muy bien peinado y con muchos anillos que adornaban sus manos. Al cuello le colgaban dos o tres cadenas de oro, las cuales fueron el pago por sus servicios a dos damas de la vida galante a las que les había hecho el “milagrito”. Nadie en la calle sabía cual había sido el milagrito, pero las señoras en calidad de periódico ambulante expandieron ese chisme. Poco les faltó para pegar pasquines en cada puerta con la noticia sobre las mujeres esas.
Ya me ubicaba el señor, lo delató el vistazo rápido sobre el hombro que me echó luego de haberme visto entrar. Además su impresión en la cara era de “ahh, es este otra vez”. Pero en esta ocasión tenía un motivo para acudir por sus servicios. El cuarto, adornado con muchas pinturas chafas de Leonardo Da Vinci, Signorelli y Miguel Ángel, acompañaban a las múltiples macetas con yerbas medicinales, las cuales seguramente ocupaba para hacer sus “milagritos”. Espejos en las cuatro paredes daban un aspecto de amplitud al sitio, por demás pequeño. En su escritorio, se podían ver torres de libros, que a juzgar por la apariencia de la pasta, eran muy viejos y en idiomas que yo no conocía. Además, un candelabro con dos velas colgado en el centro del antiguo molino iluminaban todo a medias.
Tras un frío saludo, me invitó a sentarme en un sillón viejo de piel negra, que seguro fue un pago por otra consulta, mientras él, ocupaba su silla de madera detrás del escritorio. Inmediatamente después que me senté, me lanzó la pregunta. -¿Cuál es el problema? Yo titubeaba un poco en decirle mi mal, tal vez para él no era motivo que yo fuera a consultarlo por un simple dolor de amígdalas. Respiré profundamente, inhalando el olor a mole y le dije – Las amígdalas se me han movido de su lugar, ahora las siento cerca del corazón-. Inmediatamente se levantó de su lugar y cerró la puerta, que seguro lo había dejado abierta para que yo no perdiera tiempo al abrirla cuando me hubiese corrido.
Me sorprendí de su acción. Nunca pensé que después de lo dicho, se impresionara tanto. Cerró la puerta y prendió su grabadora donde comenzó a sonar música rara. Subió el volumen para que nadie, más que él y yo, nos escucháramos. Sin embargo, nunca dijimos nada La música cambió repentinamente, ahora sonaba una fuga de Bach. Me hizo ponerme de pie, me inspecciono visualmente de arriba a abajo, de izquierda a derecha, de frente y espalda.
Todo eso se me hacía muy extraño. Habían pasado 15 minutos desde que había entrado y aún no recibía un diagnóstico. El señor no tardaba más de 10 minutos con cada uno de sus clientes. Encendió el fuego de la estufa, cortó unas ramas de sus macetas, bajó una de las velas del candelabro, de la cual no había divisado correctamente el color, era negra, y la otra era blanca. La colocó en su mesa.
El calor era tremendo y el señor no se despojaba de su chamarra. Se volvió hacía su escritorio, buscó un libro. Lo encontró y lo abrió justamente a al mitad. Se alcanzaban a ver unos signos raros y unos dibujos del cuerpo. De un cajón saco un estuche negro con inscripciones parecidas a las del libro. Eso ya no me estaba gustando. Sólo había encontrado una excusa “creíble” para ingresar a la cueva del curandero, mago o charlatán y extraer un poco de sus yerbas medicinales.
Colocó sobre la estufa una olla de metal con forma de barco, en la cual vertió el líquido de dos frascos que guardaba bajo su cama. Aquel caldo humeaba cual neumático en llamas. Poco a poco la habitación se llenó de una densa capa de vapor que sólo permitía ver lo azul de la chamarra del magus.
Mi preocupación iba en aumento. De pronto distinguí que el señor había retirado el barco de metal de la estufa y en su lugar colocó otro objeto, que cuando estuvo caliente al rojo vivo, tuve la certeza de su forma. Era una cruz.
Durante todo ese procedimiento, la música de Bach era el único sonido que llegaba a mi cerebro. Mi sorpresa ante la rapidez con la que actuaba el señor, aunado con mi inquietud sobre lo que estaba ocurriendo, causaron un nudo en mi garganta.
Con la ayuda de unas pinzas quirúrgicas, sumergió la cruz de hierro en el caldo del barco. Él seguía las instrucciones que el libro contenía. El vapor aumentaba y mi ansiedad se convertía en desesperación. La música otra vez cambiaba. Seguía siendo Bach, pero el cambio radicaba en la velocidad. Iba más lenta. Me esforzaba, sin éxito, para ver al brujo. La velocidad de la música iba decreciendo.
Mi posición había cambiado. Ahora sólo veía la vela blanca que colgaba del candelabro del techo. Los violines desaceleraban. La luz de la vela se extinguía poco a poco. La luz y la música se habían ido. Oscuridad y silencio eran todo.
Desperté. En las manos sentía algo que escurría. Era mi corazón en una y mis amígdalas en la otra. Mi problema estaba resuelto, ahora yo las podía poner en su lugar.
Friday, January 12, 2007
EL NUEVO METAL
Desde hace cerca de siete meses he colaborado en un programa de radio en el 105.7 de FM, que está dirigido únicamente a tocar metal y todo lo que de ese género musical emane. Desde julio o agosto el programa, que tiene a bien llamarse SANGRIENTO!!!, cuenta con una sección llamada la “Sección del demo” cuyo objetivo es programar canciones de grupos noveles en la escena del metal nacional. Esa es mi sección/misión.
A través del programa se invito a todo aquel que tuviera un grupo que tocara metal que enviara su grabación a las instalaciones de la estación. Llegaron unos muy pinches y otros buenos. Algunos se molestaban en hacerle una portadita decente a su disco, en cambio otros sólo con un marcador de aceite plasmaban el nombre de su banda en el disco Verbatim y con lápiz escribían el tracklist en una miserable hojita de papel.
En ocasiones las rolas no son parte de una primer grabación o demo, sino ya de un trabajo discográfico en forma. Ciertamente no todos son buenos: su grabación se escucha fatal, su ejecución no es nada afortunada o el vocalista necesita de unas clases de inglés porque washa washea en cada momento de la rola y además se cree Bruce Dickinson o Chuck Schuldinger.
Existen otras bandas que si se rifan y le echaron ganitas (y dinero también) a lo que es su primera producción. Bandas como Tenderness, Dagger, Yetel y Sabacthani (todas del DF) que suenan efectivas y que todavía no tienen un disco de larga duración, pero que la muestra que tienen deja con gana de escuchar más. Por otra parte, hay bandas como Maligno (Mty), Strike Master (DF), Septicem (Tlax.) y Sin Dios (Mex-USA) que pueden presumir que ya tienen un disco en las calles.
Eso sí, unos con más experiencia que otros pero al fin y al cabo lo que importa es que tan macizo suene. Géneros diversos podemos encontrar, desde el clásico Heavy Metal estilo Black Sabbath, pasando por el thrash, el speed, el death y el grind.
Las mujeres ya también le entraron a la onda de los guitarrazos y el doble dombo. Las capitalinas de Yetel y Dagger (alineación mixta) tienen con que hacerles frente a todos los weyes que se pensaban solos en el rock.
Dejo tres canciones para que chequen lo que se está haciendo en México. Sólo me imagino que si algunas bandas fueran producidas por Peter Tägtgren estarían más cabronas.
A través del programa se invito a todo aquel que tuviera un grupo que tocara metal que enviara su grabación a las instalaciones de la estación. Llegaron unos muy pinches y otros buenos. Algunos se molestaban en hacerle una portadita decente a su disco, en cambio otros sólo con un marcador de aceite plasmaban el nombre de su banda en el disco Verbatim y con lápiz escribían el tracklist en una miserable hojita de papel.
En ocasiones las rolas no son parte de una primer grabación o demo, sino ya de un trabajo discográfico en forma. Ciertamente no todos son buenos: su grabación se escucha fatal, su ejecución no es nada afortunada o el vocalista necesita de unas clases de inglés porque washa washea en cada momento de la rola y además se cree Bruce Dickinson o Chuck Schuldinger.
Existen otras bandas que si se rifan y le echaron ganitas (y dinero también) a lo que es su primera producción. Bandas como Tenderness, Dagger, Yetel y Sabacthani (todas del DF) que suenan efectivas y que todavía no tienen un disco de larga duración, pero que la muestra que tienen deja con gana de escuchar más. Por otra parte, hay bandas como Maligno (Mty), Strike Master (DF), Septicem (Tlax.) y Sin Dios (Mex-USA) que pueden presumir que ya tienen un disco en las calles.
Eso sí, unos con más experiencia que otros pero al fin y al cabo lo que importa es que tan macizo suene. Géneros diversos podemos encontrar, desde el clásico Heavy Metal estilo Black Sabbath, pasando por el thrash, el speed, el death y el grind.
Las mujeres ya también le entraron a la onda de los guitarrazos y el doble dombo. Las capitalinas de Yetel y Dagger (alineación mixta) tienen con que hacerles frente a todos los weyes que se pensaban solos en el rock.
Dejo tres canciones para que chequen lo que se está haciendo en México. Sólo me imagino que si algunas bandas fueran producidas por Peter Tägtgren estarían más cabronas.
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